Recogida y reciclaje de
aceite de cocina
Realimen ofrece su servicio de recogida y gestión de aceites vegetales residuales de cocina y hogares, con atención al cliente las 24 horas.
Cadenas de restauración y colectividades
Ofrecemos un servicio rápido y organizado para restaurantes, comedores y empresas de catering, asegurando la correcta gestión del aceite vegetal usado sin interrumpir su actividad diaria.
Industrias del sector agroalimentario
Ayudamos a las industrias del sector alimentario a cumplir con la normativa ambiental mediante una recogida eficiente y trazable del aceite generado en sus procesos de producción.
Ayuntamientos y organismos públicos
Colaboramos con administraciones locales en la gestión y mantenimiento de puntos limpios, eventos y contenedores adaptados para la recogida de aceite usado.
Recogida en comunidades y puntos privados
En nuestro compromiso por facilitar el reciclaje y la correcta gestión del aceite usado, ofrecemos un servicio integral de recogida en comunidades de vecinos, eventos privados, empresas y puntos privados.
El Ministerio de Medio Ambiente y las consejerías de Medio Ambiente de las Comunidades Autónomas tiene la preocupación de mejorar la gestión de los residuos de aceites que se producen en las cocinas y los graves problemas que esos generan en nuestro entorno.
Así se especifica en la La Ley 7/2022 entró en vigor el 10 de abril de 2022.
Cuando se pierde el control de estos aceites y son eliminados en vertederos incontrolados se producen graves impactos ambientales, como la contaminación del suelo, de las aguas naturales y del paisaje, y en consecuencia de la flora y la fauna.
La hostelería es el principal productor de los residuos de aceite vegetales usados de cocina.
España con sus hábitos alimenticios, en uno de los grandes productores de este residuo a nivel europeo.
Este residuo siendo bien gestionado por gestores autorizados, como es el caso de Reciclajes Alimentarios S.L.L. (R.I. 03/66432; CIF.-B53458931), se convierte en una fuente de energía, como el biodiesel, el cual además de reducir las aportaciones de combustibles fósiles procedentes de países extranjeros, reduce las emisiones de CO2 hasta un 45%.
El correcto tratamiento de estos residuos no acaba simplemente con la generación de una nueva fuente de energía, sino que, además, supone una reducción importantísima en el tratamiento de las aguas residuales, disminuyendo su coste y evitando incrementos en el precio del agua depurada.